viernes, 27 de marzo de 2009

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Un señor maduro con una oreja verde

Un día, en el expreso Soria-monterde,
vi subir a un hombre con una oreja verde.

Ya joven no era, sino maduro parecía,
salvo la oreja, que verde seguía.

Me cambié de sitio para estar a su lado
y observé el fenómeno bien mirado.

Le dije: Señor, usted tiene ya cierta edad;
dígame, esa oreja verde, ¿le es de utilidad?

Me contestó amablemente: Yo ya soy persona vieja,
pues de joven sólo tengo esta oreja.

Es una oreja de niño que me sirve para oir
cosas que los adultos nunca se paran a sentir:

oigo lo que los árboles dicen, los pájaros que cantan,
las piedras, los ríos y las nubes que pasan;

oigo también a los niños cuando cuentan cosas
que a una oreja madura parecerían misteriosas...

Así habló el señor de la oreja verde
aquel día, en el expreso Soria-Monterde.

Gianni Rodari